sábado, 27 de octubre de 2018

Antes de la Primera Guerra Mundial

La Primera Guerra Mundial (1914/1918) marca, según algunos historiadores, la fecha divisoria entre los siglos XIX y XX (en vez del año 1900). Según esta distinta división del tiempo y que sustituye a los años terminados en doble cero, el siglo XIX empezaría en el año 1815 (el 26 de enero Bonaparte se fuga de la isla de Elba y da inicio al gobierno de los Cien Días, el 18 de junio da inicio a la batalla de Waterloo que finaliza al día siguiente, Bonaparte vuelve a Francia con el propósito de conseguir más apoyo, pero es rechazado y se restaura la monarquía en la figura de Luis XVIII, y por último, Bonaparte es capturado por la flota británica cuando intentaba huir a Estados Unidos y es internado en la isla de Santa Elena por el resto de sus días) y terminaría en el año 1914 cuando empieza la Primera Guerra Mundial.
Siguiendo con esta misma perspectiva de dividir los siglos según los acontecimientos más importantes y no imperativamente según los años terminados en 00, el siglo XX corto empezó en 1914 y habría terminado el 9 de noviembre de 1989, fecha en que el por entonces Muro de Berlín, fue derribado. Este siglo XX corto apenas habría durado 75 años.
Algo hay de razón en modificar la costumbre de dividir el tiempo en siglos, no en períodos de cien años sino según los acontecimientos importantes que dividen épocas. Pero esto es muy cierto en considerar el siglo XIX como el período 1815/1914. El fin de las guerras napoleónicas marcó el inicio del declive del predominio de Francia en la Europa continental y el comienzo, al principio lento, del dominio alemán que comenzó en 1871 [el 18 de enero se proclamó el Imperio Alemán en el salón de los espejos del Palacio de Versalles (cerca de París) después de que Prusia venciera a Alemania en la guerra franco-prusiana de 1870/71]. Se produjo entonces la Unificación Alemana pequeña (la Pequeña Alemania frente a la Gran Alemania, propuesta esta última que no se plasmó en la realidad por la enorme rivalidad entre Prusia y Austria).
El origen de esta cambio tan brusco en la Europa continental entre 1815 y 1870, este cambio de dominio entre Francia y Prusia en tan solo 55 años, fue por una parte el declive económico de Francia pero acompañado de un brutal auge económico de Prusia. Entre el 14 de junio y el 23 de agosto de 1866 se produjo un breve conflicto bélico entre Austria y Prusia, al que se le ha dado por llamar guerra austro-prusiana. A partir de esta guerra Prusia se convirtió en el país hegemónico de Alemania, primacía que se confirmó en 1870.
Mientras el objetivo de Prusia era conquistar y unir las tierras de habla alemana bajo su propio dominio, el de Austria era formar un imperio en la Europa del este y en los Balcanes (Imperio austro-húngaro), siempre en disputa con los imperios turco y ruso. El propósito de Prusia era crear un imperio de habla exclusivamente alemana y uniforme en cuanto a la raza, mientras que el propósito de Austria era que los austriacos de raza y parla germánica dominaran a otras naciones con lenguas distintas.
El Imperio alemán en la fecha de su constitución estaba formado por 26 estados, la mayoría de ellos gobernados por familias nobles: cuatro reinos, seis grandes ducados, seis ducados que quedaron reducidos a cinco después de 1876, siete principados, tres ciudades hanseáticas libres y un territorio imperial (el territorio imperial de Alsacia-Lorena, creado por Prusia después de la victoria en la guerra franco-prusiana). Aunque Prusia era uno de los cuatro reinos que formaban el nuevo país, tenía aproximadamente dos tercios de la población y el territorio. El dominio prusiano tambièn se estableció en la constitución del nuevo estado. La capital del Imperio alemán quedó establecida en Berlín, que hasta entonces era la capital de Prusia (siguió siendo su capital también después de 1871).
Los números cantan por sí solos: Después de 1850, los estados de Alemania se habían industrializado rápidamente, con fortalezas particulares en carbón , hierro (y luego acero), productos químicos y ferrocarriles. En 1871, Alemania tenía una población de 41 millones de personas; en 1913, esto había aumentado a 68 millones (creció 27 millones de habitantes en tan solo 42 años). Lo que antaño fue una colección de estados fuertemente rural hasta 1815, la Alemania ahora unida se convirtió en predominantemente urbana. Durante sus 47 años de existencia, el Imperio alemán fue un gigante industrial, tecnológico y científico, que ganó más premios Nobel de ciencia que cualquier otro país. En 1900, Alemania era la economía más grande de Europa, superando al Reino Unido, así como la segunda más grande del mundo, solo detrás de los Estados Unidos (los japoneses empezarían a crear su propio imperio en 1905 con la Guerra ruso-japonesa de 1905).
Desde 1867 hasta 1878/9, el mandato de Otto von Bismarck como primer y el Canciller reinante que más duró en el poder estuvo marcado por el liberalismo relativo, pero luego se hizo más conservador. Las reformas amplias y el Kulturkampf marcaron su período en la cancillería. Sus sucesores en la cancillería y, a pesar de su oposición personal, implicaron a Alemania en el colonialismo imitando al Reino Unido y Francia. Al reclamar gran parte del territorio sobrante que aún no se había reclamado en la lucha por África, logró construir el tercer imperio colonial más grande que el británico y el francés, pero estas tierras eran menos productivas y fértiles. Como estado colonial, a veces chocaba con otras potencias europeas , especialmente el imperio británico.
Los imperios establecidos, en particular Gran Bretaña, Portugal y Francia, ya habían reclamado por sí mismos vastas áreas de África y Asia, y las potencias imperiales emergentes como Italia y Alemania habían hecho lo mismo en menor escala. Con el despido del anciano canciller Bismarck por el Kaiser Wilhelm II, la colonización relativamente ordenada se convirtió en una lucha frenética. La Conferencia de Berlín de 1885, iniciada por Bismarck para establecer directrices internacionales para la adquisición de territorio africano, formalizó este "Nuevo imperialismo". Entre la guerra franco-prusiana y la gran guerra, Europa agregó casi 9 millones de millas cuadradas (23,000,000 km²) —una quinta parte de la superficie terrestre del mundo— a sus posesiones coloniales en el extranjero.
Los países pioneros de la colonización de África fueron el Reino Unido y Francia, pero a finales del siglo XIX se sumaron Italia y Alemania. Otros países menores como España, Bélgica y Portugal tenían posesiones africanas de antaño. El Imperio Colonial Alemán (1871/1918) alcanzó a dominar territorios bastante importantes en África, Asia y Oceanía, pero tras la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial perdió todos ellos que fueron transferidos a los países vencedores. A pesar de llegar tarde al colonialismo y de conquistar tierras más pobres, Alemania pronto consiguió el tercer imperio más extenso del mundo. A veces Alemania chocaba con los británicos pero la sangre nunca llegó al río.
En 1900 la potencia industrial en Europa ya no era el Reino Unido, que aún seguía manteniendo su preponderancia en el comercio internacional y en lo que se llamó "balanza exterior invisible", es decir, finanzas, fletes y seguros, sino Alemania. Los grandes ingresos que obtuvo el Segundo Reich (reich significa imperio en alemán) le permitió financiar una política militar expansiva que, coincidió en el tiempo con la expansión militar japonesa en el otro extremo del continente euroasiático. Desde los tiempos de Bismarck, Alemania se lanzó a una expansión naval para rivalizar con el otro gran poder europeo: la Royal Navy británica. Y esta expansión militar naval fue posible gracias a la poderosa y muy eficiente industria metalúrgica alemana. Este fue un factor importante en el desarrollo de la Primera Guerra Mundial. Empezó una rivalidad muy fuerte entre Alemania y el Reino Unido, aunque también con Francia, enemigo tradicional pero que había perdido la importancia de antaño.
Alemania se convirtió en una gran potencia, con una red ferroviaria en rápido desarrollo, el ejército de tierra más fuerte del mundo y una base industrial de rápido crecimiento. En menos de una década, su marina se convirtió en la segunda después de la Royal Navy de Gran Bretaña. Después del despido de Otto von Bismarck por Wilhelm II en 1890, el Imperio se embarcó en Weltpolitik (literalmente política mundial, pero básicamente es la política exterior imperialista adoptada por el emperador Guillermo II desde 1890), un nuevo curso belicoso que finalmente contribuyó al estallido de la Primera Guerra Mundial. La Welpolitik se opuso a la Realpolitik (política real) de Bismarck, política basada en el realismo y el pragmatismo. Por el contrario, la Welpolitik buscaba la transformación de Alemania en un poder imperial de alcance mundial y superior al británico. La política exterior alemana de Bismarck consistía en establecer alianzas con aquellos países con los mismos objetivos que Alemania. La de Guillermo II consistía en dominar y vencer a todos.
Además, los sucesores de Bismarck eran incapaces de mantener las alianzas complejas, cambiantes y superpuestas de su predecesor, que habían evitado que Alemania estuviera diplomáticamente aislada. Este periodo estuvo marcado por varios factores que influyeron en las decisiones del kaiser (emperador), que a menudo se percibían como contradictorias o impredecibles por el público. En 1879, el Imperio alemán consolidó la Alianza Dual con Austria-Hungría, seguida de la Triple Alianza con Italia en 1882. También mantuvo fuertes vínculos diplomáticos con el Imperio Otomano. Cuando llegó la gran crisis de 1914, Italia abandonó la alianza y el Imperio Otomano se alió formalmente con Alemania.
La expansión industrial alemana produjo una urbanización muy rápida de la población. Y la expansión de las ciudades germánicas llevó a la aparición del lumpen proletariado, del hacinamiento de los obreros industriales en barrios insalubres en donde los edificios crecían hacia arriba dificultando la llegada del sol a suelo de la calle. En esas condiciones de mala habitabilidad no es de extrañar que crecieran los movimientos socialistas y comunistas. Los salarios eran bajos y los beneficios de la gran industria muy altos. Gracias a ellos, la industria pesada (siderúrgica y de armamentos) se fue concentrado cada vez más en menos y más poderosas manos. Es difícil determinar que peso tuvo la industria pesada alemana en la declaración de guerra, pero es obvio que la guerra moderna consiste en la destrucción de armas cada vez más caras.